Blogg dedicado a difundir el Reggae, Ska, Rocksteady & Dub

8.30.2006

En las Fuentes del Reggae (por Hélène Lee)



Con la dimisión del primer ministro Michael Manley a comienzos del año (1993)se cierra una era en Jamaica. El líder del PNP (People National Party) deja el poder sin haber podido, o querido, liberar el país del tribalismo político que lo está desgarrando desde hace veinte años, pero tendrá su pequeña plaza en la historia por haber expresado en su lenguaje de visionario el sueño que también impulso a Marley, el de un pueblo decidido a vivir con la cabeza muy alta. Nada tiene de sorprendente que durante sus dos primeros mandatos de Manley (1972-76 y 1976-80) se produjera la eclosión mundial del reggae, como tampoco lo tiene que durante el gobierno de Edward Sega, su sucesor, llegara la moda slackness al tiempo que los Burger King o el FMI. Manley fue reelegido por segunda vez cuando se estaba poniendo en marcha un movimiento revivalista en el terreno musical, cuando un buen número de jóvenes se alejaban del boom que había colonizado la isla a comienzos de los ochentas. ¿Por qué esa retirada anticipada del político a quienes los rastas llaman han venido apodando "Josué" cuando su partido es más fuerte de cuanto jamás lo había sido? Algo está a punto de perecer en Jamaica: el sueño de Marcus Garvey, el potente impulso místico y cultural que engendró el reggae.
Mientras los fundadores del movimiento van desapareciendo uno tras otro sumidos en la indigencia o el olvido, la máquina de hacer dinero a costa de la memoria de Marley toma creciente impulso. Se paga el sueldo de dos días de trabajo o de paro jamaicano para ir a postrarse ante la tumba del cantante , un mausoleo kitsch de reliquias, mármoles e incienso digno de un Presley, dominado por el mercadillo de souvenirs de la madre de Bob y donde una banda de primos ofrecen pacotilla verde-amarillo-roja. El dance-hall (rap jamaicano) no goza de mucha mejor salud, con sus riddims (rítmicas) kilométricas, sus apologías del porno y sus declaraciones homofóbicas.
¿Hasta tal punto está muerto y enterrado el sueño de Garvey? Quizás no. El retorno a textos "culturales" que se detecta en ciertos artistas dance-hall y las ventas masivas de gospel-reggae dan testimonio de la persistencia de las músicas espirituales. Volveremos al tema, pero de momento nuestro objetivo será bocetar esta confluencia entre la espiritualidad jamaicana y la industria musical internacional, interrogar antes de que sea demasiado tarde a los últimos testigos de la mágica fusión que generó el nacimiento del reggae, el fructífero encuentro entre Jah y el jazz.
"Cuando yo era un niño mi tío empleaba como mozos de labor a los miembros de una comunidad próxima, Pinnacle", cuenta Perry Henzell, el director de The harder day come. "Durante los años 30 habían sido los primeros en dejar crecer su pelo y en venerar al emperador etíope Haile Selassie". Hoy en día es lugar común considerar Pinnacle como la cuna de la religión rasta y cuando se le habla de rastas australianos o japoneses Henzell sonríe al rememorar las trabajadores de la finca de su tío... En 1954 la policía entró a saco en Pinnacle y su comunidad se dispersó. Algunos de sus miembros se refugiaron en Kingston. Se les encuentra más tarde, en compañía de su líder Howell, en las "sesiones" de Count Ossie, en uno de los barrios del este de la capital jamaicana, Rockfort, donde desde finales de los 40 ya andaba elaborándose lo que acabaría llamándose ska y sus secuelas.
Tienen entre sesenta y setenta años, sonríen permanentemente -"¡Love!, ¡Love!"-,visten pantalones superacampanados que parecen sacados de los mismos años cincuenta, sus cabezas coronadas por una espesa mata de blancas trenzas, sueltas o en canasta, cual si fuesen alas. Los canosos ángeles de la Mystic Revelation of Rastafari constituyen el más antiguo grupo de tamboriteros rastas, el del legendario Count Ossie, personaje carismático que cristalizó a su alrededor el formidable encuentro entre música y fe.
Count Ossie murió en 1976, pero como cada domingo desde hace cincuenta años, sus percusionistas más fieles se reencuentran para rezar y tocar los tambores. Llaman a esta ceremonia la grounation, el retorno a las raíces, el "aterrizaje", sin el que, dicen ellos, las naciones están condenadas a la aniquilación.
Entre 1940 y 1954, mientras Howell y su comunidad ponían a punto los primeros rituales y roturaban la tierra para asentar las primeras plantaciones de ganja, otros individuos de largos pelos atravesaban Jamaica compartiendo sus pipas de agua y largas sesiones de discusión metafísica con todos quienes se topasen en su camino. Los tambores comenzaba a jugar asimismo un papel fundamental. Símbolo de África, resurgían poco a poco de los agujeros y las grietas a que los había condenado largo tiempo atrás el imperio moribundo.
Según los tamborileros de la Mystic Revelation of Rastafari no hay ninguna relación directa entre los tambores de los marrons y los de los rastas. Los marrons siempre vivieron aislados del resto de la población jamaicana (a la que desprecian por haberse plegado a la esclavitud) y los que iban a crear el rastafarismo debieron reinventar sus técnicas de fabricación.
Un tal King Pumper, o Water King, fue el primer fabricante moderno de tambores. A él acudían los jóvenes para hacerse construir un instrumento. Pero, ¿acaso Water King no fuese más que un marron?, ¿tal vez uno de los africanos que llegaron a la isla bajo contrato una vez finiquitada la esclavitud, de los que se dice que implantaron cultos animistas en la parroquia de Saint Thomas? Sea como fuese, comenzó a desarrollarse un nuevo estilo de rítmica con el concurso básico de tres instrumentos, el repetidor (improvisación), el fundé (contrapunto) y la base. Dicho ritmo se parecía en extremo a una pulsación cardiaca: "Cuando meditas, te retiras al fondo de ti mismo, hasta hasta el manantial de donde fluye tu energía; ya no hay latidos, tú mismo desapareces", analiza Johnny "Dizzy" Moore, trompetista y miembro fundador de los Skatalites.
"A la base también se la llama también at-man", explica el batería Harry Powell, "porque va a la gente, les avisa de que pasa algo. El repetidor es el instrumento melódico. Es el guerrero que sale del campamento a explorar y que regresa a prevenir a los otros de que se ha lanzado el ataque. Te alcanza con gran dulzura, y cuando se va, el ritmo continúa. El repetidor es el hombre que está bailando allá abajo. Y hace bailar. Desempeña la parte musical de nuestro corazón..." Estas técnicas. muy diferentes de las que existen en África, aparecieron bajo la influencia del jazz. Uno de sus primeros grandes solistas, Brother Job, vivía en Salt Lane, villa de pescadores situada al oeste de Kingston que acabaría convirtiéndose en el gueto conocido como Dungle. Brother Job entró en contacto con Count Ossie en Rockfort. Según cuenta el hermano de aquél, "Count Ossie aprendió mucho de Job. Pero muy prontó se puso a buscar por su cuenta, llegó más lejos, hasta desarrollar un estilo original..."
Count Ossie (su verdadero nombre era Oswald Williams) creció al este de Kingston, en el barrio que se extiende entre el hospital psiquiátrico Bellevue y las colinas de Wareika pasando por la torrentera y los muelles (Slip Dock Road). El batería Brother Sigismond se acuerda de sus días de infancia, hacia 1940, cuando Count Ossie y sus amigos -Chicken Mace, Earl Pumpkin y algunos otros- tocaban el bombo con los scouts de un tal M. Barrington en la cuadrilla del Santo Salvador.
Más tarde, gracias a las enseñanzas de Brother Job y a la influencia de los músicos de jazz que frecuenta, el Conde se convertirá en un impresionante solista. A finales de los 40 los círculos musicales de la isla se disputan a ese renovador de las sonoridades africanas, este personaje abierto, tranquilo, que irradia amor. Toca junto a Bim y Bam, un muy célebre dúo de mento en la época, traba amistad con Karl Masters, con Eric Kovaley, con todos los promotores que por entonces controlaban la noche jamaicana. África se pone de moda y pronto los clubs más chics de la isla, el Trevor Lawn, el Progressive Lawn, el Tchakaboom, anunciarán "Tambores africanos a medianoche": se trata de Count Ossie y su grupo.
Los músicos de jazz se apuntan de inmediato y las sesiones concluyen regularmente en tórridas jams. Se anudan amistades. Wilton Gaynair, considerado por entonces como el más gran saxofonista de Jamaica (en los años 50 se trasladará a vivir a Alemania) se convierte en el mejor amigo del Conde. Todos los domingos puede vérsele en las sesiones de Rockfort, donde pronto llevará a sus camaradas, antiguos alumnos, como él mismo, de la Alpha School, el otro polo del que surge el gran resplandor...
Si Count Ossie es el padre de la música jamaicana moderna, puede decirse de la escuela católica Alpha que es su madre. Se trata de una especie de refugio para huérfanos y minusválidos, chicos de reformatorio con un cuadro de fugas o pertinaz rebeldía, muchachos dejados allí por sus padres cuando emigran fuera de la isla. En pocas palabras, un nido de chiquillos con problemas.
Creada en 1880 por las Hermanas de la Caridad, la escuela Alpha se esfuerza por dar un oficio a los niños que se le confían, por ejemplo el de músico. La primera formación (tambores y caramillos) se crea en 1892. En 1908 el obispo de Jamaica les regala instrumentos de viento y un instructor del campamento militar que se levanta al otro lado de la calle la atraviesa cada día para darles clases a los muchachos. El obispo acaba de estimular una reacción en cadena. De la Alpha School saldrán los más grandes músicos jamaicanos: Leslie Thompson, primer director de orquesta negro de la London Symphonic Orchestra; Oscar Clarke, quien se integrará en los combos de Louis Armstrong; el clarinetista Rubén Delgado; Babe O'Brien, Tommy McCook y Johnny "Dizzy" Moore, todos ellos miembros de los Skatalites; los saxofonistas Wilton Gaynair, Bertie King y Joe Harriott, célebres en la escena inglesa; el batería Leroy "Horsemouth" Wallace, figura central en la película Rockers; Cedric Brooks, líder de los Mystics; el trombonista Rico Rodriguez; y, como no, el gran Don Drummond.
¿El secreto de este éxito? Una disciplina de hierro y tres horas de clase de música cada día acompañadas por la sonrisa de una mujer asombrosa, Sister Ignatius, que con 80 años cumplidos aún vela por el bienestar moral y afectivo de sus doscientos "niños" y colecciona discos de Don Drummond...




Alpha Boy´s School Jamaica



"Llegó cuando tendría unos doce años. Lo trajo su madre, que vive cerca de aquí, en Allman Town", nos cuenta Sor Ignacia. "Era un niño silencioso pero inteligente, que adoraba el trombón y hacía muy rápidos progresos. Cuando abandonó la escuela entró a trabajar en Glassbucket, un club muy chic, cuya orquesta dirigía uno de nuestros muchachos, Wilton Gaynair. Es la época en que comienza a componer todas sus grandes canciones, 'Eastern standard time' y 'Reload', mis preferidas, 'Occupation', 'Scandal', 'Addis Ababa'...Pero incluso en esos días acudía con frecuencia a la escuela para trabajar duro en la clase de trombón. Muchos músicos de todas partes acudían a trabajar con nuestros chicos, no sólo antiguos alumnos de la escuela..."


"¿Era un místico? No lo sé. No hablaba demasiado, siempre ocupado en componer. Lo que se llama un solitario. Luego no le vimos más. Creo que se hizo rastafari. Hacia 1964 o 1965, la época en que estaba en los Skatalites, comenzó a manifestar desarreglos mentales y le trataron en un hospital psiquiátrico. Cuando salió se reincorporó al mundo de la música. Me acuerdo que en aquellos días los músicos organizaron un concierto de caridad para comprarle un nuevo trombón. Pero no se entendía con esa muchacha Siria con la que vivía. Era bailarina de night club, cosa que él no soportaba, y acabó por maltratarla físicamente hasta la tragedia. Se entregó a la policía. Pero no fue juzgado, ya que en el momento de asesinarla se hallaba censado bajo tratamiento psiquiátrico. Se le condenó a un internamiento de por vida. Una o dos veces nuestra orquesta fue al hospital para tocar para él, pero estaba taciturno, en estado de ensoñación... Murió un par de años más tarde.
Su madre vino a pedirme que nos encargásemos del entierro, a lo que su padre dió el visto bueno, pero a última hora se negó el permiso de inhumación, no se por qué razón. El entierro se efectuó unos días más tarde, casi a escondidas. ¿Asesinado? No lo creo. Cuando sentía aproximarse una crisis, iba por su propio pie y de buen grado al hospital, donde le conocía todo el mundo. Tampoco creo que se suicidase. Se habría sabido. En Jamaica se sabe todo..."
David Marchand, uno de los mejores artistas jamaicanos de la actualidad, no comparte la misma opinión. Internado en el hospital Bellevue en la misma época en que lo estuvo Don Drummond, en la sala N, la zona de alta seguridad, se acuerda de las sevicias inflingidas a los enfermos bajo la forma de "tratamientos" por parte de enfermeros ignorantes o malintencionados, se acuerda de las cabezas rapadas por la fuerza, de la animosidad que rodeaba al trombonista por parte de la administración: "No les gustaba. Él tenía una especie de arrogancia, un aire de ignorarles... se notaba bien a las claras que les exasperaba. Su aura, el respeto que le rodeaba... Gozaba de un estatuto especial. Se le había autorizado a mantener su barba -a mi, por ejemplo, me habían rapado- y en el refectorio exigía ser siempre servido en primer lugar. Se dice que le mataron, y creo que es muy plausible. Sacudido o quizá inyectándole una de esas substancias que te dejan en un estado terrorífico... Yo no pude resistir el internamiento allí".
El misterio de la muerte de Don Drummond sigue en pie. Pero en los años 50 el gran músico sigue con vida y las sesiones con Count Ossie alcanzan su climax. Entre los numerosos músicos de jazz que se integran regularmente a las jam, un trompetista educado también en Alpha, Johnny "Dizzy" Moore. Empieza tocando en la banda militar, pero la dejará antes de que pase un par de años: "Me echaron. Querían que me cortase las trenzas, no soportaban que llegase por las mañanas con los ojos enrojecidos tras haber pasado la noche tocando en la sesiones del Conde..."
Será Moore quien convenza a Coxsone para que comience a grabar la música jamaicana: "Coxsone era cortador de caña en Florida. Se había traído desde América el primer sound system e iba regularmente a Miami a comprar novedades. Empleé cierto tiempo y esfuerzos en convencerle de que nos grabara. La reacción del público fue inmediata, fantástica. 'Roll river Jordan'...'Little Willie'...'Schooling the Duke'..., en fin, aunque no exclusivamente, material melódico... "Al principio nuestra música era un tanto bluesy. A la fuerza, pues eso era lo que conocíamos. Nuestro ritmo jamaicano era el mento. Todas las tradiciones africanas pasaban por el mento. Pero pronto se unieron a esta base nuestros cánticos rastas. El elemento espiritual tomó una enorme relevancia en la nueva música". Y como sería natural esperar, los músicos que se agruparon en el estudio de grabación en torno a Coxsone fueron los que solían participar en las sesiones de Count Ossie. Fue en dicho estudio, según cuenta la leyenda, donde el guitarrista Jah Jerry inventó la famosa rítmica reggae, un honor fundamental disputado por el pianista Theophillius Beckford, cuya canción Easy snapping también presenta este tipo de síncopa.
Aunque raramente aparecen en los créditos,los percusionistas de Count Ossie intervienen muy a menudo en las grabaciones de esta época, por ejemplo en el Oh Carolina de los Folkes Brothers, en los trabajos de Lennie Hibbert (antiguo alumno y director de la orquesta de la escuela Alpha), en las producciones de Coxsone, de Sonia Pottinger y de Harry Moodie, un productor mulato de Spanish Town.
Los demás músicos habituales en las sesiones del Conde adquieren asimismo una primordial importancia como grupo de acompañamiento de todos los grandes cantantes de la época. Constan con un nombre distinto para cada productor, en la mayoría de los casos los créditos brillan por su ausencia, de modo que su carrera artística resulta en verdad muy difícil de seguir, por no decir imposible... Hasta que en 1964 deciden tomar control de su exhuberante actividad y adoptan el nombre de Skatalites. "Fue en los días previos a un concierto en el Real Theater, cerca de Crossroads", recuerda Dizzy. "Yo propuse como nombre para la formación los Satellites. Entonces Jackie Mittoo dijo que no, que puesto que nuestro género era el ska debíamos llamarnos los Skatalites..."
Invitados a representar la música de su país en la Feria Mundial de Nueva York celebrada este mismo año, en el último momento son descartados por una banda de calypso, Byron Lee y los Dragonaires, gracias a la decisión personal del líder del JLP Edward Seaga, por entonces ministro de Desarrollo...Es el primer revés humillante que sufre el ska. Habra otros muchos. A finales del año el grupo se disuelve. Lloyd Knibb, su batería, se embarca en un crucero y el resto se dispersa en orquestinas de hotel y estudios de grabación. Pero en Rockfort la vida continúa.
El Conde ha organizado una escuela primaria, una biblioteca y cursos vespertinos. En 1970 compra un terreno en Waireka, en las estribaciones de las colinas, y al año siguiente culmina la construcción de un centro cultural. Un año más par de los Mystics, grupo de jazz dirigido por el saxofonista Cedric Brooks, trompetista en el ejército, se une con la formación de percusionistas e intenta poner en marcha un programa de actuaciones.
Manley acaba de ganar las elecciones y los rastas centran en su acción de gobierno enormes esperanzas. El nuevo grupo, que tomará el nombre de Mystic Revelation of Rastafari, tiene oportunidad de presentarse en actos oficiales. Participa en las Carifesta de 1972 (Guayana) y de 1975 (Jamaica) y graba un triple elepé, Grounation (1972), donde se entremezclan cánticos rastas, un sorprendente jazz típicamente jamaicano y un bello texto sobre la historia de la esclavitud.
Aunque tardío, este trabajo es el único testimonio que nos ha quedado del encuentro entre jazz y rastafarismo y, literalmente, se trata de un trabajo desbordante de ideas que todavía hoy se nos muestran como vanguardistas. Algo así como lo que representa la Orgy in rythm de Art Blakey para el encuentro entre África y los Estados Unidos. A Grounation le seguirá, en 1975, Tales of Mozambique, cuya cubierta reproduce el fresco que adorna la fachada del centro cultural puesto en pie por el Conde. Será la segunda y última obra. El 18 de octubre de 1976 Count Ossie muere en un accidente automovilístico.






Count Ossie & Mystic Revelation of Rastafari



"Conducía el autobús del grupo y de repente vio un coche que se abalanzaba sobre ellos, zigzagueando en contra dirección. Se ciñó todo cuanto pudo a la cuneta, pero los frenos estaban en mal estado y el conductor del coche estaba bebido. '¡Pero ese tipo nos va a matar! ¡Saltad!', grito el Conde. El hombre que estaba sentado detrás de él saltó, pero el Conde se vio bloqueado por el volante y una mujer embarazada sentada a su lado. Murió en el acto, como otros muchos de los pasajeros del autobus. La mujer, así como su hijo, se salvaron", cuenta Sam Clayton, su secretario y actual líder del grupo.
Fuertemente impresionada, la mujer de Count Ossie, Sister V., se lanzó hacia las colinas en mitad de la noche dejando a su bebé dormido en el lecho. Cuando regresó a casa, el bebé había caído detrás de la cama muriendo ahogado. Uno sólo de los hijos de Ossie se dedicará a la música, Time, quien actualmente vive en los Estados Unidos. En 1983 el organizador del Reggae Sunsplash reúne a todos los miembros de los Skatalites (excepto Don Drummond, por supuesto), dispersos alrededor del mundo, para grabar su actuación en directo dentro del festival.
Poco después el grupo se pone a trabajar de nuevo, pero ya sin Jah Jerry, demasiado viejo y sordo, ni Jackie Mittoo, muerto, ni "Dizzy" Moore, demasiado independiente para unirse a la aventura... "Ellos son la diáspora (scatters), yo la luz (light), comenta huraño el trompetista. Si hubiésemos continuado juntos habríamos constituido una fuerza musical enorme. Hay veces en que los dientes muerden la lengua. Hoy en día americanizan el grupo, me han reemplazado por un americano blanco y rico. ¡Eso no se puede hacer! Nuestra música es el latido del corazón de algunos pobres negros muertos de hambre. ¿Acaso lo han olvidado?"
Mientras que los instrumentales de los Skatalites llevan títulos de resonancias comprometidas (Addis Ababa, Lee Harvey Oswald, Freedom sound,...), los 45 rpm en que actúan como banda acompañante se centran en temas ligeros, canciones de amor y versiones de temas populares en los Estados Unidos, hechos para agradar a la clientela pequeño burguesa que compra los discos (las gentes del gueto habían de contentarse con oírlos en los sound systems). Por lo demás, esta época viene marcada por la aparición de un sinnúmero de atractivos cantantes como Alton Ellis, Owen Grey, Joe Higgs, Delroy Wilson, John Holt, Lauren Aitken, Ken Boothe, Beresford Hammond, ... Algunos se mueven en las proximidades de la cultura rasta, todos han comenzado a cantar en los coros de iglesia, pero hasta la muerte de Bob Marley la burguesía jamaicana mantendrá tremenda aversión hacia los rastas y no consumirá en absoluto sus discos.
Sin embargo, alrededor de 1964, la música rasta comenzó a asomar en las ondas radiofónicas a través de una emisión religiosa, "Lion of Judah Time". Es Ras Michael, un joven rasta, hijo a su vez de uno de los pioneros del movimiento, quien se encarga de animarla: lecturas de la Biblia, himnos cristianos revisitados en el nombre de Jah, "grounations" acompañadas por los tambores de los Sons of Negus,... Do the reggay (la primera vez que aparece la palabra), la grabará en 1968 Toots, un cantante de gospel. El primer reggae rasta, Satta Massagana, aparece en 1969. Su autor, Bernard Collins, es un asiduo a las sesiones de Count Ossie. Una noche andaba rasgueando su guitarra en compañía de Donald Manning, hermano de Carlton Manning, líder del grupo de ska Carlton and The Shoes. Tarareaba una canción de Carlton, Happy land: "Hay un país, lejos, muy lejos, donde nunca se hace de noche, siempre es de día..." La armonía cambia de repente, se impone un estribillo: "Satta Massagana, lak am lay..." ¿Cómo es que estos rastas de gueto conocen la lengua de Selassie? Los cinco hermanos Manning se hallan vinculados a los orígenes de la Iglesia ortodoxa etíope de Jamaica, la que Bob Marley abrazó poco antes de su muerte. Desde mediados de los 60 el mayor de los Manning entra en contacto con los responsables de la rama inglesa y en 1968 se funda la rama jamaicana. Manning será su primer ministro autónomo. El centro de culto sirve a un mismo tiempo de escuela y allí se enseña abisinio. Años después Bob y Rita Marley financiarán la construcción de un templo en Maxfield Park, cerca de Trenchtown y el clero ortodoxo será el encargado de celebrar las exequias del cantante.

Bernard Collins alquiló el estudio y los músicos de Coxsone para grabar Satta Massagana, esos mismos Skatalites que más tarde se denominarían sucesivamente Soul Brothers, Soul Defenders, Soul Venders y Soul Dimentions. Las armonías vocales corren a cargo de Donald y Linford, otro de los hermanos Manning que suele cantar con Carlton and The Shoes. El trío tomó el nombre artístico de Abyssinians. Ese disco es el primero del sello creado por Collins, Clinch (Clenched Fist, el famoso logo del puño cerrado), pero su distribución no recibirá el más mínimo interés por parte de los circuitos comercialmente instalados. Unos metales gimientes, un bajo tan pesado como un mazo, textos etíopes, todo parece calculado como para ahuyentar a la clientela habitual. Y es entonces cuando Collins coge bajo el brazo sus placas de 45 rpm y va al encuentro de los disc-jockeys de los sound systems. El ritmo no es precisamente bailable. Pero a las fiestas de los sound systems no se acude para bailar, sino para "colocarse con la música y olvidar problemas, enfermedades, hambre" (Marley). Aquí comienza a crecer la marea... "Todos los sound systems lo programan, el de Sir George, el de King Tubby, el de Sir Percy, el de Sir Patrick,... Se hacen versiones dub y acaba convirtiéndose en un enorme éxito". Satta Massagana se convierte asimismo en el primer dub de Jamaica. Los propios Abyssinians grabarán diversas versiones, entre ellas Mabrak, un espléndido recitativo hecho en 1971 que presagia el tono amargo y brillante de las Grounations de Count Ossie.
Posteriormente Satta Massagana es versionado por docenas de grupos y cantantes, entre ellos Third World, Peter Tosh, Johnny Clarke, Big Youth, Dillinger,... Se canta en todas las manifestaciones populares y se convierte en el manifiesto reggae rasta, el eslogan musical que demuestra que el gueto también compra discos y abre a la música rasta las puertas de la industria internacional. Durante diez años (1969-79) la producción musical jamaicana se verá dominada por los rastas, hasta el punto que el público internacional acaba confundiendo la una con los otros. El divorcio entre reggae y rastas no se consumará hasta 1980, con la llegada de Seaga al poder y la aparición en el mercado musical de Yellowman.
El poeta del dub Mutabaruka no alberga la menor duda que son los medios y la industria quienes impusieron la moda "slackness", producto eminentemente más manejable que la música de los rebeldes rastas. Los poetas del dub no generan grandes ventas, pero es innegable que gozan de un tremendo prestigio, en particular Mutabaruka que dispone de varias plataformas en radio y televisión desde las que expresar sus puntos de vista. Muta sigue siendo uno de los pocos que puede hacer rugir de alegría o de cólera con sus pertinentes -o impertinentes- comentarios sobre la actualidad a todo un auditorio, como lo hicieran años atrás los primeros disc-jockeys.
Para Linton Kwesi Johnson, otro de los esenciales en este género, la normalización del reggae está dentro del orden natural de las cosas: "El reggae ha terminado convirtiéndose en lo que hubiera debido ser desde sus inicios, una forma entre otras de pop internacional". Para él la inclusión de temas porno en la música espiritual no es más que una saluble reacción al viejo fondo inconsciente de puritanismo inglés. Pero también se encarga de subrayar que la decadencia del reggae espiritual corresponde a la decandencia del movimiento rasta, al menos en Jamaica, donde se esclerosa y bizantiniza en decenas de sectas contrapuestas que se despellejan entre sí bajo el involuntario arbitraje de Bob Marley. Su fantasma aún no ha acabado de arrancarse todas las trenzas.

 
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